Judas Iscariote
(Por Wilson Muñoz)
Luego, del lavatorio de pies que era solo para sacudir la arena y polvo del desierto, ya que las personas llegaban limpias del resto del cuerpo (Jn. 13:10). Jesús dice: Lamentablemente no todos estaban limpios(Jn. 13:10-11); Jesús expresa esta frase sabiendo que espiritualmente solo once estaban bien, y uno no.
Judas fue elegido entre los doce por las habilidades y capacidades que aportaba al ministerio (Mt. 10:4); era el tesorero del grupo, y sustraiga ganancias personales del ahorro de todos, porque en su corazón había codicia y avaricia (Jn. 12:4,6). Las profecías apuntaban que alguien traicionaría el amor y confianza del Maestro (Sal. 41:9; Zac. 11:12-13); por eso Jesús cita esa misma profecía (Jn. 13:18).
Durante la comida (Mt. 26:21; Mr. 14:18) y luego de lavar los pies de sus apóstoles, Jesús exclama “uno de ustedes, que come conmigo, me ha de entregar”(Mr. 14:18). El traidor antes de la ultima cena, había ido con los que siempre intentaron hacer caer en la trampa al Maestro (Lc. 22: 4 - los fariseos, escribas y saduceos). Su codicia lo llevo a entregar al que tanto lo amo, por míseras treinta piezas de plata (Mt. 26:15); hoy en día seria un aproximado de tres mil dólares. Esa es una cifra miserable, pero fue suficiente para la gran codicia de judas que estaba dispuesto a juntar dinero no importando como lo consiguiera, fuere mucho o poco. Vea los sucesos en orden (Lc. 22:3-6; Mt. 26:15): (1) permitió que Satanás entrara en su corazón; (2) fue y hablo con los líderes religiosos de Israel pidiendo una recompensa; (3) les dijo como se los entregaría; (4) se compromete en cumplir lo ofrecido. Y desde es día busca la forma de entregarlo (Mt. 26:16).
Cuando Jesús anuncia que alguien lo entregaría; la noticia impacto el corazón de los apóstoles, causando tristeza y a la ves intrigándolos. Y cada uno le preguntó: ¿seré yo? Maestro (Mr. 14:19), aun entre ellos mismos se preguntaban (Lc. 22:23). Judas también le preguntó lo mismo, y Jesús le responde “Tu lo has dicho”(Mt. 26:25). Quiero enfatizar, todos estaban preguntando lo mismo; así que, cuando el Maestro le respondió nadie entendió que Judas era el traidor (Jn. 13:22).
Otra señal para que los apóstoles comprendieran quien era el traidor les dijo: “es uno de los doce que moja conmigo su pan en el plato” (Mr. 14:20).
Para comprender esto, hay que recurrir a las tradiciones judías, ya que mojar el pan en el plato era una. Muchos han cuestionado diciendo que Jesús no le dio una oportunidad de arrepentimiento o una ultima muestra de amor a Judas. El Maestro advierte a la general, que no habría un buen desenlace para el que lo entregue (Mt. 26:24; Mr. 14:21); lo mas maravilloso fue la ultima muestra de amor de Jesús hacia Judas.
El Maestro amo a los suyos, a todos por igual (Hch. 10:34; Ro. 2:11); por eso se conmueve su espíritu cuando les anuncia que alguien lo entregaría a los religiosos (Jn. 13:21). El corazón del Maestro estaba triste y dolido, sabiendo que el traidor tendría un desenlace fatal (Mt. 27:5; Hch. 1:17). Lo triste es planear lo malo y no pensar en las consecuencias.
Imagine la escena: todos sentados en la mesa comiendo, ya les habían lavado los pies, también les había dicho que alguien entregaría al Maestro; ahora conozca como Jesús le dirá a Judas que lo ama.
Una tradición judía dicta, que el anfitrión de la fiesta debe honrar a uno de sus invitados; quien reciba la honra será bien visto por todos, en la fiesta y en él pueblo. El honrado sabrá que es el más especial y amado del anfitrión. La tradición dice que, en algún momento de la fiesta, el anfitrión compartirá un bocado de pan remojado con alguien; esta será la señal o acto de honra. Cuando el convidante se ponía de pie, todos los invitados quedaban a la expectativa, esperando ver a quién le daba el bocado de pan; el honrado de la fiesta siempre era visto como el mejor del lugar.
Estaba sentado Jesús, a su lado Pedro y Juan, uno a cada lado. Después que el Maestro anunció que alguien lo entregaría, a Pedro le dio curiosidad saber quién era el traidor y le habla a Juan. Pedro le pide que averigüe la respuesta a la incógnita ¿Quién es? (Jn. 13:23-24), Juan (conocido como el discípulo amado) obedece y le pregunta al Maestro (Jn. 13:25). Jesús gentilmente le responde: a quien yo diere el pan mojado, aquél es(Jn. 13:26); solo Juan escucho, y su entendimiento y la tradición lo llevó a comprender que Judas sería el honrado del lugar y a la ves el traidor. Pedro no pudo enterarse, ya que al instante que le respondió a Juan, dijo: el que mete la mano y moja su pan conmigo en el plato (Mt. 26:23; Mr. 14:20), ése me ha de entregar. Justo cuando Jesús metió la mano para remojar el pan, también Judas; pero otra ves, los discípulos no comprendieron. Luego de mojar el pan, el Maestro se lo entrega al traidor; y solo Juan entendió que él era el que lo entregaría. Los demás solo captaron que él era el honrado de la fiesta.
Al momento que Judas recibió el bocado comprendió que el Maestro lo amaba a pesar de haberlo vendido y traicionado, esa gran muestra de amor hizo que su corazón se quebrara en sentimientos a favor de Dios. Recibió amor en lugar de rencilla, Satanás vio lo que Dios hizo, por eso al instante volvió a lanzar su dardo venenoso al corazón y mente de Judas (Jn. 13:27). Jesús conociendo lo que el Diablo hizo en Judas, le dijo: lo que vas a hacer, hazlo más pronto; el Maestro sabía que él había despreciado otra ves el amor que le ofreció. Cuando Satanás lance su dardo, no hay que darle cabida.
Nuevamente los demás discípulos no comprendieron, creyeron que Jesús lo había mandado a comprar o llevarle algo a los pobres (Jn. 13:28-29). Solo Juan había entendido quién era el traidor; solo los que buscan de Dios y lo aman, podrán comprender sus misterios. Aunque Judas arrepentido trato de evitar el sufrimiento de Cristo, no pudo; fue demasiado tarde, su tiempo ya había pasado (Mt. 27:3-4). Tuvo su parte entre los doce, pero nunca quiso su parte.
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